En uno de las últimas ediciones de la publicación diocesana “Iglesia en Zamora” aparece la comunidad de Religiosas de Jesús Redentor de Fariza de Sayago, en la sección por donde están pasando todas las órdenes y congregaciones de la diócesis con motivo del Año de la Vida Consagrada. Esta orden tiene como especial protectora desde su fundación a la Virgen María, en su advocación de Nuestra Señora de la Saleta, y trata de expandir su mensaje de reconciliación y perdón.
Reproducimos a continuación el texto que recoge la publicación y aprovechamos para felicitar a las Religiosas por este año en que la Iglesia mira especialmente a los hombres y mujeres consagrados, entregados en servicio y vocación a los demás.
La comunidad de las Religiosas de Jesús Redentor de Fariza de Sayago está formada por tres hermanas: Elena, Mª Luisa y Mª Ángeles, que desde el 2003 desempeñamos nuestra misión de evangelización en este hermoso lugar de los Arribes del Duero. Fuimos fundadas en 1863 por Victorine Le Dieu en Francia. Ella, viendo los sacrílegos atentados contra las iglesias y los crucifijos pisoteados y profanados en las calles de Poitiers en 1830, “sintió la necesidad de una inmensa reparación”. Y a ello dedica su vida. Todo lo lleva a la oración/adoración y trata de ir construyendo un mundo basado en el amor, el perdón y la reconciliación con Dios, con los hermanos y con el medio ambiente, a través de las distintas obras que inició: atención a los niños huérfanos y abandonados, impulsando para ellos una educación que les permitiera integrarse en la sociedad; acogida a personas marginadas y explotadas…; en definitiva, los más pobres de la sociedad. Nosotras, siguiendo su ejemplo, estamos llamadas a vivir los pilares de nuestra consagración: oración y acción, vida interior y caridad, vida activa y vida contemplativa porque, “encontrándose con el corazón anclado en Dios, las hermanas podrán inclinarse en el abismo del mal para ayudar a los demás a salir del él”. El centro de nuestra espiritualidad es la Eucaristía que se prolonga en la Adoración Eucarística diaria. “Porque sólo después de haber bebido en la fuente de la Vida podremos dar respuesta a las necesidades más urgentes de nuestro prójimo”. Nuestra misión en Fariza es el trabajo pastoral parroquial: celebraciones dominicales de la Palabra, catequesis de niños, adolescentes y adultos; visitas a enfermos y ancianos que viven solos y que tanto abundan en el mundo rural, acompañamiento de catequistas y clases de Religión en varias escuelas rurales. Así tratamos de dar respuesta a los retos que nos plantean la Iglesia y la sociedad, viviendo una vida sencilla para reconciliar y restaurar la unidad en el amor. Nuestra congregación vive la devoción mariana, heredada de nuestra fundadora, a la Virgen de la Saleta, a quien ella recurrió peregrinando a la Santa Montaña para invocar luz y ayuda en la misión que Dios le encomendó.