Espíritu Santo, por quien la Palabra se hizo carne en la sencillez de María. Te pedimos que, iluminados por tu luz y fortalecidos con tus dones, podamos renovar nuestro “sí” y colaborar con alegría para que se cumpla el plan del Padre. Conviértenos en testigos valientes de tu amor, ante la urgencia, más imperiosa que nunca, de hacer resonar la Buena Noticia de Jesús en nuestro mundo y ser así instrumentos de paz y reconciliación.