Iniciamos nuestro primer Adviento como asociación pública de fieles, un “tiempo fuerte” que nos interpela para avanzar y caminar, para ser peregrinos activos en una Iglesia que actúa y construye, lejos de comodidades y conceptos abstractos y difusos. En cada uno de los próximos cuatro domingos se nos propondrá una lectura del Evangelio, una imagen, una palabra clave y una reflexión para la semana que se inicia. Nos ponemos en las manos de María, la Virgen de la Saleta, -modelo de entrega y sencillez- para preparar el camino, para hacernos preguntas, para descubrir el sentido de unas fiestas que necesariamente han de ir más allá de lo meramente material o visual.
¿Vas a permitir que en este tiempo sólo pase el tiempo?
Aprovechamos para agradecer desde estas líneas la colaboración de Paco García, sacerdote diocesano, en la elaboración de las reflexiones.
Lectura evangélica: Mt 24, 37-44
Dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé. En los días antes del diluvio, la gente comía y bebía, se casaban los hombres y las mujeres tomaban esposo, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre: dos hombres estarán en el campo, a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo, a una se la llevarán y a otra la dejarán.Por tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría que abrieran un boquete en su casa. Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».
Comentario-meditación
¿Qué has sentido al leer el texto? Seguro que nada especial, pero por dentro tu inconsciente te habrá dicho: ¡Ya será menos! Ya somos mayorcitos para asustarnos con finales apocalípticos. Sin embargo son palabras de Jesús dirigidas a nosotros, también hoy. Nos invitan a creer que o bien estamos atentos para recibir al Señor en cada momento o nuestra vida no será sino una ruina que no se sostendrá cuando Cristo se manifieste definitivamente como verdad de vida del mundo.
Por eso se nos llama a estar alerta, es decir, a percibir como cada momento es un espacio para el encuentro con la vida a la que Dios nos llama en Jesús. En esta primera semana de Adviento no toca pensar en la fanfarria social de la Navidad, ni siquiera en los sentimientos de devoción por el Niño Jesús que adoraremos más adelante, sino en si de verdad lo esperamos, lo buscamos y queremos recibirlo con nuestra vida concreta.
Y María nos comenta: ¿Cómo hubiera reconocido el anuncio del Señor si no hubiera estado atenta a la misma vida que fluía de su parte por dentro y por fuera de mí?
Paco García